Cueva Haritun

El paseo comienza con una caminata de 20 minutos por las montañas de Judea, rodeados por un paisaje desértico hermoso, divisando el Mar Muerto a lo lejos hacia el este. Estos paisajes son idénticos a lo de la época del Génesis en la biblia. También se observan sitios arqueológicos, como El Monte de Herodes, un monte artificial construido por Herodes, donde, según estiman los arqueólogos, se encuentra su tumba. Después de esta caminata, llegaremos a la cima de un acantilado de 30 metros de altura, sobre el arroyo Tkua, uno de los arroyos que cruzan el desierto en su camino al punto más bajo del mundo, el Mar Muerto. Bajaremos haciendo rapel desde la cima hacia el fondo del acantilado (se puede bajar caminando por un sendero para quien lo prefiere). Allí encontraremos un antiguo canal, que si bien recibe pocas cantidades de agua, pero lo hace de forma constante durante todo el año. En ese lugar podremos mojarnos los pies y refrescarnos un poco.

Después, ingresaremos a la cueva Haritun, la más larga y grande de las cuevas de tiza de Israel (3.450 metros cuadrados). Esa cueva tiene 4 pisos principales, y por lo menos 55 «habitaciones». Además, ¡túneles de 4,5 km de largo en total! Investigaremos esta maravilla subterránea con lámparas de cabeza, para poder ver algo en esa plena oscuridad. Nos arrastraremos y treparemos por la naturaleza y la historia que nos rodean. En nuestro camino de regreso desde las profundidades de la cueva, nos detendremos en un inmenso ambiente que servía de reserva de agua, en el que todavía hay agua fría y profunda. La reserva fue construida por los romanos para acumular el agua de la lluvia, destruida y reconstruida en varias oportunidades en las distintas épocas. Para llegar hasta ahí, ascenderemos por una escalera de metal por un pasillo diminuto. Una vez allí, podremos observar una pequeña chimenea por la que ingresa un rayo de sol. Esto transforma esta experiencia especial en algo mágico.